sábado, 28 de abril de 2012

Las Varas – La Ermita

Mi actividad en la mountain bike no comenzó con esta salida, si fue la primera salida de aventura fuera de una carrera o entrenamiento. Mi actividad con la bici empezó en febrero del 2011 cuando me compré una MTB Giant Talon 1 de aluminio muy buena como para un principiante, pero pensé que iba a gastar una solo vez en una bici, cosa que no fue verdad. Hace 1 mes le compré a Felipe Bunster, papá de un compañerito de Sofi, una MTB Connandale de fibra de carbono con doble suspensión, el amortiguador delantero Lefty o sea sin horquilla, el amortiguador esta de un solo lado de la bici.
Solo con una salida previa de prueba me lancé con este recorrido que parecía no muy exigente en la parte física pero si en la parte técnica. Sin mucho quórum para la salida conseguí que me acompañara Juan Eduardo Arancibia y su amigo Cano que son bien “secos”* con la bici.
Pasaron por mí a las 9.00 AM y nos dirigimos hacia el sector de Las Varas camino a Farallones. El día estaba nublado fresco con 15° C así que empezamos a pedalear a las 9.30 desde el km 0 del camino a Farallones hasta la entrada de Las Varas para entrar en calor. Luego de entrar en el camino de ripio empezamos a subir bruscamente aproximadamente 300mts de altura en solo 2,5 kms y no superando los 10 km/h de velocidad. El sector es atractivo muy seco en todo su recorrido, a tal punto que muchos de los árboles estaban secos por la inclemencia del sol y sobre todo por la falta de lluvia. Las vistas son muy lindas hacia el valle del río Molina que corre por un valle estrecho entre dos cadenas de montañas y el camino en algunos sectores es bastante estrecho con mucha roca suelta recorriendo al borde del precipicio en muchos tramos. El camino es un antigua camino utilizado para colocar unas torres de alta tensión y que nunca fue mantenido por no ser requerido.
Luego de 30 minutos de pedalear llegamos a la primera tranquera a la derecha del camino que pudimos pasar por una puerta al costado, seguimos subiendo hasta que nos encontramos con tres desvíos y el GPS nos indicaba que debíamos tomar el de medio. Continuamos con la subida hasta llegar a una nueva tranquera que debimos sortear por una puerta pequeña, justo alado de un establo precario de donde salió una vos desde el interior, sin ver quien era, que nos ordenó que dejáramos las tranqueras cerradas. Aquí nos encontramos con una planicie con hermosos caballos y pasto muy pero muy corto comido por el ganado. Luego de unos pocos minutos llegamos a la tercera tranquera que esta sí debimos abrir y pasar. Entramos en el sector de un tranque o dique que por la época del año y la sequía estaba casi vacío sin ningún atractivo visual que disfrutar, todo estaba muy monocromático carente de colores, nada que ver como lo he visto en fotos que seguramente eran de otro momento del año.
A partir de aquí el camino se hace más difícil con subidas y bajadas no muy pronunciadas o extensas pero si muy angosto y con muchas rocas sueltas siempre bordeando el barranco, hasta el momento la bicicleta se portaba muy bien sin mayores exigencias pero en una la primera curva importante con arena la rueda delantera se me clavo y casi me hace caer pero pude zafar bajándome de la bici.
Seguimos avanzando yo trataba de no pensar que a centímetros a la izquierda nos acompañaba el precipicio a cada centímetro intentaba perfeccionar el manejo fino de la bicicleta esquiando las grandes rocas sin perder el control, los amortiguadores se comportaban de una forma genial dándome un confort incomparable en este tipo de terreno, hasta que llegamos a una curva muy cerrada en V, en bajada hasta pasar un arroyito seco, una vez que lo pasé el camino viró hacia la izquierda bruscamente y en subida perdí el control y la amortiguación me jugó una mala pasada, fue como que el rebote delantero  con la ladera de la montaña a la derecha me empujo hacia la izquierda con lo cual tuve que detenerme ya que me quedé sin tracción por estar mal hechos los cambios. Casi en cámara lenta pretendí bajarme de la bicicleta pero me encontré en el borde del camino lo que me hizo caer al barranco, en milésimas de segundo  recordé la imagen que vi en youtube de una persona que cayendo con la bicicleta varios metros abajo por el barranco, esto mi reaccionar como un gato giré en el aire y me aferre a un matorral seco debajo mío para no continuar la caída hacia abajo. Surtió efecto no continué cayendo y como un rayo escale los pocos metros que caí hasta el camino. Hasta el momento no sentía nada pero inmediatamente me empezó a doler todo, empecé a identificar los lugares donde me había golpeado y lastimado, noté que lo impresionable era una herida en la pantorrilla izquierda que fue provocada por el pedal, por algún motivo este me pego fuerte haciéndome un hoyito con los taquitos que tiene para no resbalar, sangraba bastante, pero lo más doloroso era un golpe de la rodilla derecha justo al costado izquierdo de la rotula y el codo derecho también del lado interno, me ardían bastante unas raspaduras en los antebrazos producidas por el arbusto seco y espinoso al que me aferré y por ultimo me di cuenta que me dolía el pectoral, me pichaba algo, eran unas espinas que quedaron clavadas en la tricota. Pero lo que más dolía de todo era el orgullo así que luego de estar un minuto parado comencé a caminar con la bici en la mano hasta donde estaba Juan Eduardo que no había visto nada, si Cano que venía detrás de mí, que pobre lo único que pudo hacer fue levantar la bici que había quedado suavemente apoyada en el sendero sin ningún rasguño.
Seguí pedaleando bastante adolorido así que quede rezagado pero no mucho, el camino seguía igual de irregular con bajadas y alguna subida fuete que termine caminando hasta la cima. Nos deteníamos en cada una de ellas debajo de las torres de alta tensión para poder apreciar el paisaje, se veía el río y la ruta a Farallones bastante transitada de camiones que subía a la mina.
Pasamos otra tranquera que tuvimos que abrir y el camino se hizo más ancho y sin tantas rocas sueltas, comenzamos a bajar, en un momento se detiene Juan Eduardo y Cano y me preguntan si vi la culebra, cosa que no, solo esquivé como una cinta pero nunca me imagine que era, dejamos las bicis y fuimos a verla, efectivamente era una culebra en el medio del camino a pleno rayos de sol, nos acercamos bastante para tomarle fotos y nos preguntábamos si estaba vía porque no se inmutaba, pero si lo estaba tenía un aspecto brillante de colores vivos pero no se movía hasta que Cano le hizo sombra, en ese instante volvió sobre sus paso a una velocidad increíble pasando entre sus piernas y escapando hacia las rocas del barranco nos tomamos unas fotos donde se veía mi herida de “guerra” sangrante que ya había manchado la media y la zapatilla.
Continuamos y pasamos la última tranquera que estaba cerrada con candado así que tuvimos que pasara las bicis por arriba, continuamos bajando hacia un estero pasando por una planicie muy linda con arboles tales como el peumo entre otros y continuamos hasta conectar con el camino que nos llevaría hasta la ruta.
La bajada por el camino de Farallones fue como siempre con mucho viento en contra muy rápida llegando a una velocidad máxima de casi 56 Km/h.
Al llegar a casa obviamente me retaron por la lastimadura, me la limpié y desinfecté y me saque una foto para poder verla bien, la verdad que era impresionable se veía muy profunda así que mi suegro me aconsejó ir a aplicarme la antitetánica que justo habían pasado 10 años desde el último refuerzo. La bacteria del tétano generalmente se encuentra en la tierra y es expulsada por las eses del ganado así que como eso era lo que abundaba en el recorrido y la suciedad de polvo que tenía en mi cuerpo fue el motor que me hizo perder toda la tarde en la clínica.

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